Nacer
es emerger a la existencia,
la
muerte incubar la eternidad.
Morir
es brotar
en
el vientre oscuro del tiempo,
en
ese perpetuo silencio del cosmos,
ojo
infinito de la mañana azul,
para
retornar a nuestro origen,
el
vacío.
La
muerte y la vida,
aguas
de la misma fuente.
Senderos
cíclicos del dragón.
Un
aguacero amanece en nuestro aliento.
Dulce
lluvia sobre la piel abonada.
La
fértil tierra se alberga
en
nuestras entrañas.
Es
nuestro cuerpo un campo arado
abierto
a la cimiente del sol.
Hugo Oquendo-Torres
Poética de lo
simple
02 de Diciembre 2013