jueves, octubre 24, 2013

Koimetérion

Lo más concreto del descanso eterno es el cementerio.
Pues allí reposan los sueños dormidos.
Allí se adosa el cuerpo mudo envuelto en su mortaja de palabras quedas.
Allí se descompone el tiempo en las vísceras.
Allí la palabra halla su nombre.
Castillo luminoso que emerge de entre las entrañas de la negra tierra.
Allí el frío es más denso cuando traspasa las manos.
Sobre los hombros reverdece la vida mientras cerrados permanecen los ojos.
La boca no musita voz.
Con la quijada rota paso a la otra hora,
porque este cuerpo ya no me pertenece.
Con mis miedos rotos vuelvo a nacer.









Hugo Oquendo-Torres
La noche tiene labios subversivos
09 de Agosto 2013