lunes, julio 15, 2013

Ser y tiempo


No porque me llegue la muerte 
la vida se apaga.
Si bien mi cuerpo abierto toca el sepulcro, 
la vida sigue su camino 
entre piedras y flores.
Y mi cuerpo 
como semilla de trigo germina 
con el paso de la hora,
bajo la cuchilla del arado, 
con dirección hacia el sur.
Ser polvo, ser humano.
El dorado sol tuesta las ideas malditas 
que alimenta el hambre vieja,
que entre huesos y piel 
se lamenta en su ausencia.
Mis palabras que no mueren 
son el pan en la mesa de los niños,
de las viudas 
y de aquel desplazado de sus jadeos.
Mano abierta, flor sangrada.
Frente en alto, sueños que caminan.
La vida fluye sin recelos 
mientras como árboles 
extendemos nuestros brazos 
en el ser y el tiempo.
Yo soy el tiempo 
y mi sangre el nombre de la hora.







Hugo Oquendo-Torres
Sombra de un verano
15 de Julio, 2013