No porque me llegue la
muerte
la vida se apaga.
la vida se apaga.
Si bien mi cuerpo abierto
toca el sepulcro,
la vida sigue su camino
entre piedras y flores.
la vida sigue su camino
entre piedras y flores.
Y mi cuerpo
como semilla de trigo germina
con el paso de la hora,
como semilla de trigo germina
con el paso de la hora,
bajo la cuchilla del arado,
con dirección hacia el sur.
con dirección hacia el sur.
Ser polvo, ser humano.
El dorado sol tuesta las
ideas malditas
que alimenta el hambre vieja,
que alimenta el hambre vieja,
que entre huesos y piel
se lamenta en su ausencia.
se lamenta en su ausencia.
Mis palabras que no mueren
son el pan en la mesa de los niños,
son el pan en la mesa de los niños,
de las viudas
y de aquel desplazado de sus jadeos.
y de aquel desplazado de sus jadeos.
Mano abierta, flor sangrada.
Frente en alto, sueños que
caminan.
La vida fluye sin recelos
mientras como árboles
extendemos nuestros brazos
en el ser y el tiempo.
mientras como árboles
extendemos nuestros brazos
en el ser y el tiempo.
Yo soy el tiempo
y mi sangre el nombre de la hora.
y mi sangre el nombre de la hora.
Hugo Oquendo-Torres
Sombra de un verano
15 de Julio, 2013