Cuando va a llover los tejados se preparan para
recibir con sus manos abiertas los golpes dulces.
Del cielo se desprende el polvo.
Las primeras gotas de agua son kamikazes que estrellan su sangre.
En los techos viejos se precipita el vino sobre la
roca.
El bosque levanta sus faldas.
Las preguntas se vuelven pájaros.
La lluvia todo lo abarca con su boca.
Hugo Oquendo-Torres
Poética de lo
simple
13 de Mayo, 2013