I
Tengo
mi corazón armado,
desasegurado
está el fusil,
puesta
en tu frente la boquilla, olvido.
No
será un suicidio ni mucho menos un crimen.
Sólo
se tratará de mi emancipación, adiós a ti.
Bienvenida
soledad.
II
Mi
poesía habla de vos,
puesto
que ella es la piel que me arropa,
pero
ahora calla porque mi cuerpo muda.
Ya
el coraje será su armadura,
ni
un recuerdo de ti lo lastimará.
Tú
sólo eres ceniza fría que el viento se ha llevado en sus crines.
Caballo
que deja en el horizonte las huellas de su mala hora.
III
La
mala pasada centellea en los dados sobre la mesa,
dos
y uno.
El
ambiente se invade con la modorra que produce el café.
Me
recuesto en la hoja blanca de la tarde
para
que paran los sueños sus nubarrones dormidos.
Pasa
el olvido de la mala hora.
Ya
en el aire el olor a pólvora todo lo ha tocado con su mano de niña pez.
Hugo Oquendo-Torres
Sombra de un
verano
19 de Abril, 2013