Mi
cuerpo.
Tú,
tu cuerpo.
Ese
ser mudo que piensa con la piel y conoce la historia desde sus entrañas.
Todo
el universo resumido en tu vagina, en mi pene.
Toda
tu piel difuminada como óleo fresco sobre el lienzo del mercado.
Todo
el dolor amontonado en tu vientre.
Ese
orgasmo reprimido de los dioses.
Ese
placer errático oculto abajo del océano de las estrellas.
En
su territorio ha sido consumida la esclavitud de los soles en verano.
La
moral lame sus caderas y se amamanta de sus senos magullados, ruñendo su sonrisa
de maíz.
Mi
cuerpo, tu cuerpo.
Odio,
amor y locura.
Sensatez,
frugalidad y desenfreno.
Hiel
y vino.
Caminata
desnuda en las orillas de los versos.
Conciencia
y deseo.
Lenguaje
del fuego.
Yo.
Tú,
Ella,
Él.
Ello.
Todas
y todos paradojas de la vida.
Cuerpo,
proyección foránea de mi ego.
Cuerpo
femenino, víctima de la fragmentación monetizada.
Pantalla
blanca de este circo humano donde se imprimen las esquizofrenias
heteronormativas: ley, orden; natural, heterosexual; hombre, mujer; varón,
hembra.
Fotografías
a blanco y negro que se diluyen en el licor del silencio.
Las
letras perforan sus manos ajadas y una lágrima subversiva se filtra entre sus
huellas,
rompiendo la tinaja con el crepitar del reloj.
Ese
amante vagabundo que se cuela por el tejado de tu voz.
Tu
cuerpo determinado por la espuma del mar.
Castrado
desde su pelvis.
Tu
cuerpo, desperdigado por las plazas, triturado bajo las botas del tiempo.
Instrumentalizado
por las epistemologías de feria.
Ese
ser indeterminado que pretendemos domesticar con nuestros puños y con el altavoz
de
nuestros dogmas.
Cuerpos
negros, blancos, mestizos, mulatos y zambos,
paraísos
humanos del que fuimos desterrados por el mito de la razón.
Hugo Oquendo-Torres
Poética del cuerpo desnudo.
27 de Junio, 2011.