En
el hedor torcido de tu música rajada,
nacen
muertos los soles y se erecta la melancolía.
Tu
cuerpo fracturado se incrusta en mis costillas hambrientas.
Como
filo de maguey que acuchillan tus sienes,
cerco
de púas,
tu
boca que engullo a mordiscos.
Absorbo
el reverso de tu oreja mientras remojo tu ombligo con limón.
La
tierra seca coagula tu sangre negra,
puñado
de alcantarillas,
oro
sangrante de los dioses esclavos,
haciendo
arder tu carroña desnuda.
Tu
cuerpo lacerado,
ciudad
en tempestad de cúpulas y pétalos de senos.
La
lengua de los dioses mixtecas lamen la sal de tu tinaja rota y beben el tequila
doble de tu clítoris.
Hugo Oquendo-Torres
Poética
del cuerpo desnudo
06 de Abril, 2011