Tengo
saudade de vos.
Toda,
todita.
Tengo
nostalgia de tu cuerpo y de cada pliegue de tu piel.
De
tus pies desvestidos, blancos como dos sardinas.
De
cada roce de tu alma sobre el abecedario de mi boca.
Una
sed sin nombre que me invade, se hace desierto en mis manos
y
consume a cada paso la fuerza de mi bota.
Hoy
en esta noche longeva froto cada letra, una a una, sobre la piel de este poema.
Luna,
ojo plateado de la noche de Noviembre que difumina su tintura en nuestros
nombres
de bronce.
Debajo
de tu cuerpo me abrigo para hacerme eterno en tu mirada.
Beso
tus huellas en las paredes húmedas del día.
Juego
ajedrez apostado en la espalda de la medianoche.
Cultivo
de trigo dorado es el reverso de tu oreja.
Cada
rincón de tu cuerpo habitado se emancipa con tu voz.
Hasta
las acuarelas tienen celos de tu boca de fruta madura.
Segundo
a segundo tejemos la colcha de nuestra historia,
llena
de nuestros retratos,
de
pequeños cofrecitos,
potecitos
con ungüento,
risas
alborotadas,
burlas
hacia los tontos,
piedrecitas
rojas,
corchos
de botellas de vino,
tomillo
y canela.
Paso
Amor viviendo,
Sintiéndote,
Cantándote,
Contándote
cuentos sin fin.
Un
canto de piel se dilata en la hoguera de las estrellas que fecundan tu
presencia.
Sobre
el tejado mojada ronronean los gatos negros.
Una
canción se esconde debajo del viejo roble.
Vinotinto
del mes Julio son las yemas de tus dedos en mi boca redonda.
Hugo
Oquendo-Torres
Poética del cuerpo desnudo
17
de Noviembre, 2011.