martes, octubre 02, 2012

Maíz en las tardes de viernes.


Hoy en la tarde de sol, cuando los peces acuarela revoloteaban por entre los eucaliptos, conocí a un anciano que siembra maíz los Viernes Santos, porque está seguro que la tierra pare mazorcas hinchadas.
–Su boca se hace aguadulce-
Con el chócolo biche prepara la colada para alimentar a su nieta Saray.
Acaricia el suelo con sus manos anchas, excitándolo bajo las nubes de mediodía que toman formas de vacas y terneritos. 
Mientras el sol le estalla en su espalda y sazona su frente, con sus dedos gruesos le hace hoyos a la tierra, arrojando en ellos semillas de luna y utopía.
El susurro de su voz longeva se mezcla entres las bromelias y los cartuchos que están en las orillas de mis poemas.
Su perro azul chapotea entre los espejos de agua de mis versos.
El Viernes Santo mientras Cristo es crucificado y de las nubes se caen pétalos de cielo, don Héctor cultiva su maíz de universo.
Júpiter, Neptuno y Saturno un viernes de Semana Santa brotaron de su puño.
De su barba brotan margaritas y una que otra mota de algodón se escapa de sus orejas.
En mis clases don Héctor aprendió a saborear el dulce de la lectura, y ahora recorre por sí solo las palabras, disfrutando de caminar descalzo por sobre las hojas secas de su cafetal. 




Hugo Oquendo-Torres
Poética de lo simple
03 de Abril, 2012