(A la memoria de
los almendros de mi barrio)
Preso de una tarde desmigajada
bajo la sombra en el llano.
Sentenciando el día eterno
cuando uno se hace completo con la muerte.
Y en ese paso
hasta la muerte es una gracia.
En el instante que nos abandonamos,
ya se ha vivido el proceso
del temor a la ira,
de la ira al lado oscuro.
Libro abierto que dice geonosis,
la tierra habla con sapiencia.
Con mi migraña creo los universos despiertos.
Respiro a mi pueblo en mis recuerdos,
el verano en la sombra de un almendro.
Abro la ventana del sol.
Mi pie descalzo pisa la grama.
Habito el apartamento de mi memoria
y en él me arriesgo
a que los demás conozcan mis encierros.
Siento la colonia mentolada de mi padre.
El verano es la sombra
de un almendro que florece.
Hugo Oquendo-Torres
Poética de lo simple
10 de Junio, 2013