martes, octubre 08, 2013

Oquedad

Acariciar con los ojos del fuego 
la levedad.
Permitir escurrirse
por en medio de las manos que aprisionan
para escabullirse entre las madrigueras.
Es contemplar el galope del viento 
cuando serpentea en el bosque
y enreda sus crines en las ramas secas.
Espíritu desvaído, 
hoja desmayada.
Cierra los ojos,
abre las ventanas,
siente la lluvia de la mañana en tu pie.
Deja que el olor a pasto mojado 
ascienda por tu cuerpo.
Deja que te abrace la vida simple.
Acurrúcate en su óvulo
y devuélvele a la tierra tu esperma.



  




Hugo Oquendo-Torres
Poética de lo simple
03 de Octubre 2013