Hoy robo tus besos de sangre y fuego para sembrar
sus semillas en mi jardín flor-de-agua.
Deposito las cenizas de las huellas de mis dedos en
la sombra del río de tu boca.
Muerdo la fruta madura de tu oreja dormida.
En lo alto ronronea el sol de medianoche cual negro gato
sobre el tejado de mi poesía.
Jehová se retuerce por sus cólicos menstruales y
María llena de gracia, con su vestido celeste caído por el suelo, seduce a Eva
mostrándole sus senos sin mamar.
El árbol de la vida florece y del rostro de la pícara
Baubo se desgrana la aurora como
bandada de palabras amarillas de Abril.
Florece tu boca aguada en la piel de mis espejos.
Ella se abre redonda como un aro.
Las cerraduras oscuras de las puertas rojas son la vagina
de Zeus.
Palabra musitada entre el rosal de tu pubis.
La cuerda de la guitarra vibra luna y sol, piel de
barro, lenguas de flechas que se esparcen por el desierto rasurado de tu vientre.
Se tiñen las letras con la canícula del sol que nace
de tu tobillo.
Hugo Oquendo-Torres
Poética del
cuerpo desnudo
11 de Abril, 2012