Por:
Hugo Oquendo-Torres[1]

No obstante cuando se plantea un análisis más detallado acerca del
relato de Sodoma y Gomorra dentro del contexto del pasaje bíblico, son otras las
realidades que sobresalen. De ante mano cabe destacar que los relatos míticos y
simbólicos del libro de Génesis obedecen a una intencionalidad etiológica más
que a una realidad ontológica (Hanks, 2011, 60), ya que ellos procuran enseñar
cómo posiblemente las cosas llegaron a ser y no cómo las cosas tienen que ser
en su esencia. Además, como lo asevera el
biblista Tom Hanks, los mitos del Génesis no son fuentes de normas de la
conducta moderna (2011, 57). Y a ello
habría que agregar algo, y es que la Torah no es la ley sino instrucciones para
la vida. Nada más valdría la pena citar
el “mito de la caída de la humanidad”, donde Adán y Eva comen del fruto
prohibido (Gen 3: 1-24). Para la
tradición patrística está fue la base para legitimar como dogma teológico de la
iglesia católica la doctrina del pecado original, cuyo artífice fue san Agustín
de Hipona (354-430 d.C.); pero dicha interpretación es totalmente diferente
para la tradición rabínica, puesto que para ellos el mito del capítulo 3 de
Génesis no está relacionado con el concepto del “pecado original” sino con el
proceso de desarrollo de la conciencia humana (Lings, 2011, 26).
Ya de un modo puntual, en lo concerniente al relato de Sodoma y Gomorra,
éste se trata de un drama que estilísticamente lleva el objetivo de plantear un
debate social, cultural y religioso.
Esto se afirma con base al proceso de separación (entendido como
consagración), consolidación cultural y religiosa que Abraham y Sara como
patriarcas de Israel estaban viviendo.
Es por ello que el relato de Sodoma se encuentra situado en un lugar
relevante, puesto que está en el medio del desarrollo de la saga de Abraham y
de Sara (Lings, 2011, 158). Además hay
que recordar que ambos personajes están en la etapa transicional del politeísmo
al monoteísmo (Gen 12: 1-3). Siguiendo
en la misma línea, en este relato también surge una serie de temas que son de
gran importancia para todo el libro de Génesis y que van en concordancia con el
decálogo mosaico (Deut 27: 19); la cuestión fundamental es la situación social
del inmigrante, su integración o, dado el caso, marginación (Lings, 2011,
159).
Por tanto el objeto de juicio contra Sodoma y Gomorra es el trato
inhospitalario e injusto contra los extranjeros (La familia de Lot y los mensajeros=
ángeles) y para las personas más vulnerables de la sociedad en su época. Cabe señalar que dentro del contexto bíblico
la protección del pobre, la viuda, el huérfano y el extranjero (inmigrante) son hilos
conductores en ambos testamentos y ocupan un lugar privilegiado dentro de los
profetas (Ez 16: 49-50; Is 1: 21-23).
Por ende es errado pensar que la condena de Sodoma y Gomorra fue por
causa de las relaciones de tipo homoerótico como se han interpretado por
décadas. Y una muestra del
incumplimiento del principio de la hospitalidad se puede evidenciar en el intento de
violar sexualmente a los dos ángeles visitantes, en vez de ofrecerles hospitalidad como sí lo había hecho Abraham en Génesis
18, de acuerdo con las normas fundamentales del Antiguo Oriente (Hanks, 2011,
2). Y es por ello que Sodoma recibe esa
carga semántica y toma la connotación de lugar simbólico de injusticia,
violencia e inhospitalidad en el Nuevo Testamento (Mat 10: 11-15; Luc 10:
8-12), asimismo dentro de algunas metáforas que desarrollan los profetas
principales del AT (Ezequiel, Jeremías e Isaías).
A modo de conclusión vale la pena afirmar, que un asalto sexual a una
persona recién llegada, ejecutado por uno o varios hombres locales, desencadena
en la Biblia hebrea un fulminante castigo a toda la comunidad (Lings, 2011,
62). Esto se puede confrontar con el
paralelo literario que existe entre el relato de Sodoma (Gen 19: 1-29) y el
crimen de Guibeá (Jueces 19: 1-30; 20: 1-48).
Y como bien lo define un breve comentario al respecto hallado en la
Biblia del Peregrino, el cual afirma que muchas personas han querido encontrar
tanto en Sodoma como en la historia de Guibeá, una condenación a la
homosexualidad. Por tanto se debe evitar
el anacronismo al interpretar la Biblia, puesto que la palabra homosexual
aparece recién en el siglo XIX (Schökel, 2007, 349). Y de una manera contundente tal comentario de
la Biblia del Peregrino revela un elemento que poco se ha tenido presente en
las interpretaciones, el cual es el elemento fálico, al afirmarse en ella que
en estas dos narraciones el verdadero crimen es la inhospitalidad, la violencia
y la agresión fálica contra los extranjeros.
Puesto que en ambos relatos el falo se emplea como un arma de agresión
sexual, que establecen la relación de dominio y sumisión, prácticas muy comunes
en la guerra (Schökel, 2007, 349), también muy presente en los relatos
bíblicos, cuyo ejemplo de ello lo podemos apreciar en el relato del suicidio de
Saúl (I Sam 31: 1-5). Es pues en suma
que el objeto de castigo en el relato de Sodoma y Gomorra no son las relaciones
homoeróticas, sino la inhospitalidad contra el extranjero y la humillación social propendida a través de la violencia sexual.
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[1] Hugo
Oquendo-Torres es teólogo graduado de la Fundación Universitaria Seminario
Bíblico de Colombia FUSBC; está en la etapa de cierre de una Licenciatura en
Teología con la Universidad Bíblica Latinoamericana UBL de Costa Rica. Asimismo él participó del I Simposio
Internacional de Teología Queer que se desarrolló en la ciudad de San José de
Costa Rica en el 2011.