Han violado a Dios dejando su cuerpo moribundo tirado en una esquina.
Le han hurtado sus riñones y castrado sus ojos
azules, pero ahora ha resucitado en ella, él y ello.
Dios ahora se ha transformado en el ardor de las venas
de mis versos emancipados.
Se ha hecho cuero para el hombre al que el sol le
estalla en su espalda y le tarja sus labios; Se ha vuelto dardo venenoso para
el indígena que defiende con su sangre la madre del sol; se ha hecho conjuro africano
y canto de maíz.
Se ha vuelto sangre derramada de inmigrante.
Se ha hecho semen esparcido en la tierra.
Se ha hecho cordillera en tu espalda, antídoto
contra el olvido de la-mala-hora,
bocanada de coca de los Andes.
Dios se ha vertido en el cuerpo del travesti que se
pasea bajo el paraguas azul de la noche, ella-él con sus botas de cuero negro danza
en el vórtice de los ojos redondos de Saturno y ofrece su alma a flor de luna.
Se ha encarnado en la piel de la lesbiana que ama
con transparencia desnuda a su compañera, que en la cama le lame la miel de su silencio.
Se ha destilado en el clítoris de la tierra,
haciéndose semilla germinada para la mujer desarraigada de su cuerpo sonoro.
Ahora Dios se ha transformado en el ardor de las
venas de mis versos sin ropa.
Hugo Oquendo-Torres
Poética del
cuerpo desnudo
24 de Marzo, 2012